A Tempestade
A Tempestade Aprenderte hoy, aún en esta última ventana de pasados vuelve a ser un remolino de la nada cuando hablas de mi hoy suspendido en el vaivén de tu mañana. Y soy. Vos sabés, querido músico de tiempos, que las palabras no conocen las ordalías con el tiempo ni las distancias varadas en la arena. Todo es siempre el todo ……………………… y el nada ese vacio inevitable como hoyos en el aire, que creaste casi así, dulce, casi siempre, sin querer. Tanto así. Por que tú y yo sabemos que los años son bestias miríficas que dejan huellas cual lava incandescente sobre la piel satinizada de un morboso recuerdo recién nacido a brazos de la espera. La memoria no sustenta la palidez de una furia amainada ……………………… tras convertirse por el lúdico golpe de la paciencia en ese vino de hojas, tan asfixiante que el olvido guarda celosamente en su árbol interno de obscenas sapiencias re-escritas. Y vos, pequeño gran domador de mentiras en palabra...