Atavíos de la noche.

Atavíos de la noche.

Era lunes .Según el calendario este era el inicio de la semana, pero para ella era la continuación de un ciclo de caídas. Cogió el bus número 30 como todas las noches, pues este la dejaba exactamente en la esquina de la avenida principal ,donde ella vivía.

Subió apresuradamente casi sin pensarlo. A pesar de que a esa hora no solía haber demasiada gente y siempre encontraba un asiento desocupado ella caminó rápida hacia un lugar vacio en medio del transporte. Se sentó automáticamente sin ver a su alrededor. Estaba demasiado sumida en sus propios pensamientos mientras miraba el paquete que llevaba en las manos para darse cuenta de las personas alrededor.

- Es una bonita noche ¿no?- y la noche pareció quebrar su habitual silencio interior.
- Supongo - respondió al instante.
- Noches como estas me recuerdan a los días cuando yo era joven- continuó el extraño pasajero – Las estrellas no se pueden ver por entero ahora, antes podían apreciarse mucho más brillantes-

Ella levantó la vista, la voz seria pero sumamente agradable a la vez era de la persona que estaba sentada al lado suyo. Era un hombre de al menos setenta años que tenia una expresión amigable y una boina de un color café bastante gastado en la cabeza.

- ¿ Usted vive por aquí señorita?-
- Unas cuadras mas adelante- respondió cortante, nunca le había gustado este tipo de conversaciones casuales , así que trató de buscar con al mirada alguna excusa para no seguir hablando
- Yo no vivo por aquí – dijo suspirando aquel anciano- uno de mis hijos vive por aquí y vengo a visitarlo, quiero hablar con él ahora que aún puedo moverme- y rió de un modo como si se conformara absolutamente con el cruel paso del tiempo.
- Pero es algo tarde para visitas ,además es algo peligroso caminar solo por estos lugares- agrego ella, tomando algo de aire mientras se quedó observando el bastón que ocultaba con la mano pegada a la ventana.
- Es la única hora a la que puedo encontrarlo, la verdad es que está enojado conmigo por algunas cosas de hace muchos años, que realmente ahora ya no tienen sentido - dijo suspirando –tiene el mismo color de ojos tan bonito como usted ¿ sabe?.
- Café oscuro, como un café cargado- replicó – No es que desee entrometerme, pero creo que su hijo seguramente le perdonará si habla con sinceridad, además es su padre y bueno …

- Ay jovencita – dijo casi riendo. Los padres cometemos errores fatales mientras intentamos criar a nuestros hijos, en realidad todos los cometemos y en mi caso, cometí algunos muy malos, además no tengo mucho tiempo y quiero irme en calma con todo. Lo importante es reconocerlos.
- Ella se sintió como una niña con esa respuesta .- Creo que usted aún tiene mucho tiempo y todo eso se solucionará pronto-
- Es la quinta vez que lo intento en este mes- y sonrió como si le hablara de algún hecho realmente bueno – Espero que podamos hablar más esta vez –
- No creo que realmente el no lo perdone – respondió mirando a la caja que tenia entre manos.
- ¿ No ha abierto su regalo ? Seguramente su esposo lo escogió con cuidado, se nota eso en la forma de envolverlo… –
- Ella trato de no levantar la mirada paraqué aquel señor no se diese cuenta de que estaba a punto de llorar.- Perdonar es algo difícil ¿sabe?- dijo con las voz un poco quebrada.
- El anciano la miró con los ojos totalmente serios – El tiempo es demasiado corto para guardar rencores, eso al final se convierte en momentos irrecuperables que luego se lamentaran haber perdidos, yo he perdido quince años y no planeo hacer que esto dure más -

- Entonces ella levantó la mirada para poder replicarle eso, pero al verlo sintió que simplemente eso no podía negarlo, era una verdad demasiado cierta. Se apresuró a responder justamente con la primera palabra que su mente le trajera, pero entonces algo la sacó de su ensimismamiento.

- Debo bajar aquí, fue un gusto hablar con usted, realmente me alegró la noche – continuó diciendo el anciano mientras se levantaba lentamente. Bajó entonces del bus y a través de la ventanilla le hizo un gesto con la mano despidiéndose, ella le correspondió el gesto, pero algo le llamó la atención tanto que se quedó observando por el vidrio unos minutos después de haber partido el bus.

- El anciano mencionó algo que ella pudo leer de sus labios esa noche cuando el se bajó.

- Minutos después ella llegó a su avenida con un semblante distinto al que tenía al haber subido a ese auto. Fue hacia su apartamento y dejó su paquete encima de la mesa en la sala, tomó un pedazo de papel y escribió el número de su esposo junto a una sola palabra que había cambiado su mente esa noche. –Perdónalo -

----------------------------------------------------------------------------
Regresando luego de un buen tiempo. Gracias a todos los que pasaron dejando sus comentarios, estaré mas pendiente de este sitio con mas relatos y mas novedades que espero os gusten. Saludos a todos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De esperas y mentiras

Altar.

Cielo de heliotropos.