Un vals cualquiera.

Un vals cualquiera.




Sentir. Recordé un día en medio de la parafernalia de la vida misma que yo podía volver a sentir. Vibrar. Querer. Quizás querer .En este bardo universo mío de detentes, pendientes y jamás, imaginé sólo cabía ese alguien a quien únicamente podía y podré amar. A quien amé, amo y amaré en el constante ciclo del nuestro no lograr jamás. Pero... ¿cuando empecé a sentir esta frívola emoción por querer vivir? No me malentiendan. No me malentiendas. Yo sólo se morir, morir por ese que tiene mi corazón y lo balancea en cada discusión que tenemos por la piel y su obscena manera de querer sin querer. O amar, él, que dice amarme aún a pesar de ello que nos sucedió y cercenó alguna vez. Yo solo sabia morir por él y querer morir más viéndolo destruirme . Yo, que sólo quería permanecer entre la quietud de sus rizos de vals y las malditas palabras que enviaba para matarme sin pensar, comencé a querer vivir por algo, alguien más. Alguien distinto, común y normal. Nada como tú. Distintos como la luz y la oscuridad. Tú, mi hermosa oscuridad, la continúa serpiente engarzándome lágrimas que eran el pan de toda conversación. Sin embargo él, la tibia luz, una simple llamarada en lo llano de una ciudad confinada a la frialdad; pero al fin y al cabo una esperanza tierna por cantar. Quizás quererlo no es un pecado, una sublevación, o sencillamente, no era ni será una solución.
Querer es algo que no sabré explicarte jamás, porque lo único que aprendí contigo era a amar. Sin medidas, sin estorbos, sin límites a los cuales rozar. Quizás quererlo no esté tan mal por un instante, un momento, un breve lapso donde pueda fortalecerme de toda esta maldad en nuestro problemático ver. No me malentiendas. Tú eres ese destino al que quiero llegar, al que no me importa morir un tanto, un poco y poco más para poder abrazar enteramente. Tú eres mi yo en esta historia de cuento con dramas y muchas de esas rimas que me amabas leer. Escoger entre una estrella o un cielo lluvioso sin par. Tú eres esa tragedia en la que me deseo ahogar (…)

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