Atipismos


Hay cariño, en este amor de tantas palabras
y pocas físicas ritualidades, demasiadas
tantas
cuantas
simplezas
como debe de ser en un romance cotidiano
donde las casas hablan de su decoración
y las cocinas de sus gamas de colores
nunca tan fuera de lo normal.

Siempre los pasos en las mismas huellas admirables
del tiempo y sus historias maradiagmáticas
cazando nuevos capítulos entre ellas.

Tú sabes cariño. En este amor de dos por cuatro
que anexa sentimientos , carencias y soluciones
como si de un solo camino se tratase,
nada es tan dramático ni insuperable
como una novela de cuarta en la televisión
hablando de desgracias hilvanadas a piel
en la línea de las 9 de la noche
como caminando desde esos tantos líos de ayer

Porque todo es tan… tan así
esto de no tener fierecillas en los ventrículos
ni astillas en las manos,
como el no guardar entre nuestro tiempo
algún secreto de pies vidriosos
merodeando en nuestra acera.

Y es mejor. No tener la ciencia del misterio
abordándonos de 2 a 8 todas las tardes
donde nuestra sangre enhebrada es lo que fluye
como flechas en medio de la nada,
porque todo puede tener una respuesta
tan simple, sencilla, común de aristas e intenciones
jugando a desaparecer constante de las sábanas
alcanzable tiernamente para cada taza de té.

Hay cariño, en este amor de tantas atípicas curiosidades
como de ideas nadando contra la corriente
tantos sencillismos
como estrellas en el cielo,
y tantas, cuantas, miles de ellas, siempre mejor
porque ni adolecemos de respuestas complicadas
elaboradas, cocidas como pan a fuego lento
bordeándonos la mesa tallada a futuro
para solucionar una caída/puente/léxico no mencionado
una tarde habitual manchada con un dedo

Así y siempre,
por los siglos de los siglos
cuando para mí
y para unos cuantos conciudadanos en mi aire
la terca, torpe, y tan tradicional calma asimilada
es motivo siempre de exuberante felicidad

Porque no nos hace falta tener yacarés en el pecho…

***

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