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Mostrando entradas de enero, 2010

Vientos cardinales

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Vientos cardinales Han descendido las mariposas del níveo arco de los sueños. Van buscando la rama en medio de esta solana .........que el camino desentierra como una mano agitándose ………….por….. ser …..vista - Y allí estas tú - Sosteniendo la rosa olvidada en medio de esa alameda que no duerme sus miradas por el tímido temblor ……… de nuestras pieles abriéndose en flor de mil latidos - Y todo parece vernos cuando sonreímos - Mientras esa canción en la radio sigue contándole al viento en disimulados y trémulos silbidos …………que aunque plebeyas ,todas ………… las sangres pintan de rojo. - Y tú susurras al vaivén que tus labios van marcando como buscando deshojarme todo el color que ésta boca ha llevado guardando para ti - - El día comienza a hacérsenos sólo una anotación De letras ciegas y desperdigadas en medio de algún papel hecho cenizas por la noche [ sólo entonces los labios se nos hicieron todo aire ] Sí, la madrugada se nos hizo flamas en el cuerpo cuando tus ultimas caricias me dejaro

Re-novándonos

Esta cajita y su fiel servidora Vianne, estan de remodelacion en todo cuanto se pueda modificar este blog, damos la bienvenida al 2010 con un nuevo modelo de presentacion, más poesia de modos nuevos y algunos que otros detalles que se estaran perfilando estos días. Así que con la nueva directriz de esperar lo inesperado , damos el inicio del nuevo periodo de esta, su Cajita de letras de siempre.

Efímera - efímeros

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Efímera - efímeros He nacido de esa frase adormitada al borde de los labios de la niebla, que adentra entre miradas y abraza lentamente este instante plagado de miedos en racimo que esperan un solo rayo para asfixiarse bellísimos en - flor. Este tiempo que he recopilado atándolo yo misma con estas manos de entre los poros del espacio y cortas rendijas de ayeres ciegos, se está amoratando entre mi piel como dulces lágrimas azules perdidas del mismo cielo tan – ausente - de – miradas- que nos ve inclinar al campo donde la hierba y nuestras almas son niñas mudas de amor y de conciencia alguna invaledera en los límites de esta pena. - Pues, crecemos - al borde de la misma angustia que embebe nuestras bocas una y otra vez de susurros vacíos de esperanza. - cre - ce – mos - como esa rama condenada a ser leña en los brazos de un fuego sumamente indolente de heridas. Y el sabor de la desdicha aún cala en el cuerpo ocupando ese perdido espacio que el pecho ha llenado de carcasas y máscaras con