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Mostrando entradas de octubre, 2011

On n'a pas besoin

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On n'a pas besoin En aquel momento en que toqué tus hombros, Darling, volvió a latirme el corazón de un modo osco y traidor. De un modo casi cínico y bobo. De un modo libre ante el represivo silencio que ostentabas. Es decir, sabia tus respuestas a mis preguntas cargadas de términos soeces – ajena, otra, amor, quédate, decisión - pero no quería recordarlas. Al final y nuestra charla  volvió a ser lo mismo de siempre, una gran sucesión de excusas para cubrir las  segundas excusas que no querías aun usar. No sé si a estas alturas hay algo de ese nosotros que parecía diluirse en medio del calor de aquellos mediodías, pues,  en estos nuestros días donde hablar es sencillamente  tocar esa parte de algún algo que pareciésemos  jamás haber visto pasar. Y más tú; que sencillamente hiciste de nuestros recuerdos un hermoso y brillante “ lo dejamos pasar “como un premio consuelo que pensabas yo necesitaba tener. La verdad de todo no es más que una indecisión en flor posándose e

Cry me a river.

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Cry me a river No era necesario mentirnos: Es decir hablarnos con los labios de la carne en tiempos tiernos, tímidos y tibios; con aquellas palabras tan parsimoniamente oscas, duras, mundanamente deliciosas. Esas nuestras pequeñas veces de grandes verbos agolpándose en el vientre del secreto con la impaciencia de los años que se dejan por la inminente mudez en sus cabellos. Tú sabes. No era necesario  tomar esas oscuras necesidades de la sangre para hacer del calor, otra fogata dentro de la carne, con el sigilo de una estrella encendiéndose en medio de la nada. Y claro. Consecuentemente Dolernos. Dolerme. impávido y gris con esos sonidos punzantes que conoces y creas olvidándome las mañanas. Nuestras mañanas. Nuestras breves salidas de la realidad que llovía distancias y pendientes en grafía constante. Y ahora volver. Volver al no recuerdo de tus ojos y los míos surgiendo entre aquella a

Granuria Pulmonar *

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Granuria Pulmonar * Pararme aquí en medio del ritual de la nada cantando melodías de amores caídos y heroínas amordazadas puede convertirse en un rezo imprudente hacia ti dueño de mi todo cuando estas manecillas del reloj rojo dejaron de andar y   rompieron en mil fragmentos de algo con algo vibrante en el pecho que no era un corazón. Mi domador. He aquí tu dulce fierecilla de llagas grandes en la boca y en toda la piel del alma que nacía en derredor Dulce esgrimista del dolor profundo y silencioso que puede bordear e inocular las venas   de alguna sustancia tan lívida amarga y   raspante como racimos de vidrio aniquilando alguna última palabra de amor. Y no más. Solo finales. Endings de papel seco con garabatos a modo de puñal contando esa historia de dos que jamás supimos hacer una palpable realidad Una mentira de hilos con marionetas pálidas actuando un   vidrioso sueño de   acce